domingo, 30 de agosto de 2015

Un Análisis La Teoría Transaccional de la Lectura LOUISE M. ROSENBLATT


            Leer forma parte de nuestra identidad como ser humano, es nuestra propia construcción, es lo que nos llena de significado a nosotros como docentes; por esto la experiencia de leer va más allá de una interacción con un texto, es una transacción  entre el lector y el texto que se lee. Cada uno de ellos (Lector y texto) aportan lo suyo, pero el significado se crea producto de esta transacción.

            Si buscamos en el diccionario la palabra transacción es la acción o efecto de Transigir, Transigir: actitud de tolerancia o aceptación de opinión “llegar a acuerdo”; lo que llena de sentido que la lectura según Rosenblatt es un suceso particular en el tiempo, que reúne un lector y un texto particular, en circunstancias también particulares, en un proceso de transacción lector y texto son mutuamente dependiente y su interpretación reciproca surge el sentido de la lectura.

            La lectura es un dialogo con uno mismo, llenar de sentido el texto dependerá de diferentes factores. El lector debe echar mano a su reservorio lingüístico donde reflejará su historia personal, social y cultural, en consecuencia no solo se vale del conocimiento de la lengua, del poder descodificar palabras en un texto; el conocimiento del tema es fundamental para que exista transacción entre el lector y el texto.

            El Contexto histórico, social de las circunstancias que rodean el texto, son aspectos que permitirán otorgar sentido al lector; igualmente influye en este proceso el estado emocional, anímico del lector.  Esas emociones le dan ese proceso individual e íntimo del lector en transacción con el texto; en efecto se confirma que la lectura es un juego de intersubjetividades.
            
          Bien explicaba María Eugenia Dubois “…No existe un lector genérico, ni una obra literaria genérica, sino millones de lectores individuales, que leen millones de obrar individuales”…[1]                                                                                                                                                                                                                                                                                     
            No existen dos personas que lean y que tengan el mismo sentido a un texto, para cada una su significado es íntimo y propio. El significado surge como producto de una transición particular que ocurre en un determinado lector, con un determinado texto, en un determinado contexto.
           
          La actitud define la postura, es la que guía la actividad selectora del lector.  La construcción del significado depende  de la postura del lector frente al tipo de lectura, pues no es lo mismo leer un poema que un artículo científico. Estas posturas son llamadas “predominantemente estética” o “predominantemente eferente”. Y es aquí en el que se encuentran elementos públicos o privados  y en algún momento se combinan, a lo que se le llama: el continuo eferente-estético.  



            El proceso de leer comienza desde el momento que se lee el título, portada, las primeras líneas, esto mueve las experiencias y se  llena de significado en ti; esto explica que existen aspectos públicos y privados dentro del texto esto determina las posturas asumidas por el lector. La postura eferente se refiere más al aspecto público del sentido y la postura estética hace mayor énfasis en la experiencia, dando mayor referencia al aspecto privado del sentido.

            Sobre la base de las consideraciones anteriores, es oportuno citar a Felipe Garrido que dice:
Antes creíamos que nuestra tarea era alfabetizar a todo el mundo. ¡Sorpresa! Eso no basta. Además, tenemos que hacerlos lectores. Está alfabetizado quien puede simular la lectura de un texto cuando lo tiene enfrente. Digo simular porque esta operación no incluye la comprensión del texto; esta operación supone que la comprensión es una segunda etapa en la adquisición de la capacidad de leer Y la consecuencia de esa simulación es que avancemos por la vida leyendo —comprendiendo— a medias, aprovechando a medias las lecturas a nuestro alcance.[2]

Como docentes hemos estado equivocados en enfocarnos sólo en el producto, exigir que el estudiante decodifique palabras, busque la idea principal, dejando a un lado a la persona, olvidándonos totalmente de la apropiación que pueda sentir el sujeto con su transacción con el texto.  El acto de leer involucra la totalidad de la persona, ese proceso intimo e individual que existe al momento de la transacción con la lectura.

            Por eso debemos comenzar a rescatar al docente, ya que es preciso que viva la lectura, que se apropie de ella, que vivencie la experiencia como lector, sensibilizar para que el docente entienda el respeto al momento íntimo que tiene el estudiante con su lectura; que entiendan  y respeten los miles de significados que puedan surgir en un aula con el mismo texto, en el mismo contexto ya que no hay un significado absolutamente correcto en el texto y se debe valorar, validar y respetar; a lo que se refería Maria E, Dobouis “El amor por la lectura no es un problema de enseñanza si no de contagio”. 
           
             Es evidente entonces la connotación que adquiere que el docente trasmita el amor por la lectura, ya que a su vez contagiará a cada estudiante de manera inconsciente el entusiasmo y el significado que tiene la lectura.

            Sería entonces una de las recomendaciones para promoción de la lectura formar docentes “Lectores”, con conocimiento no solo de la teoría y métodos para enseñar a leer y comprender, sino propiciar encuentros donde el maestro viva la lectura, viva la experiencia de leer y así logar guiar a sus estudiantes por el extraordinario mundo de la Lectura.

            Otra de las estrategias que se puede rescatar del modelo transaccional, es guiar y orientar a los estudiantes a asumir una postura frente al texto, si se demuestra a los alumnos que además de centrar su atención en lo que se quiere focalizar o conseguir el concepto ,  también se puede centrar la atención en lo que se siente y se vive mientras se lee.

             Con las lecturas seleccionadas por el maestro es importante explicar claramente el propósito al que se quiere llegar con la lectura, “darle luz” y si el estudiante no le dio la adecuada interpretación hacerle comprender que él puede rectificar lo que interpretó, a sabiendas de cómo y el por qué lo ha hecho.

            Leer es libertad, es democracia leer es un derecho, es nuestra esencia como ser humano, como dice Luz María Chapela y Alberto Manguel van más allá del texto escrito, afirman que “leer es mirar con atención al mundo que nos rodea para «escucharlo»”[3], para Manguel es el lector quien otorga significado a su lectura:

(…) es el lector quien le atribuye a un objeto, lugar o acontecimiento (o reconoce en ellos) cierta posible legibilidad; es el lector quien le ha de atribuir sentido a un sistema de signos para luego descifrarlos. Todos nos leemos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea para poder vislumbrar qué somos y dónde estamos. Leemos para entender, o para empezar a entender. No tenemos otro remedio que leer. Leer, casi tanto como respirar, es nuestra función esencial.[4]

No nos queda otra que trasmitir, y contagiar a cada una de las docentes, jóvenes y niños, padres y representantes en fin a todo al que podamos promocionar el respeto hacia su lectura y el de los demás, hacia ese momento intimo y de transacción con el texto para hallar un sentido y una verdadera apropiación de la lectura.


 Lic. Ilisel Abreu 




[1] Conversación  A tres voces con María Eugenia Dubois (), Educar en Lectura, Revista Acción Pedagógica N° 17 , 2008 pp. 06
[2] GARRIDO, Felipe, “Que todos sean lectores”, en El buen lector se hace, no nace. Reflexiones sobre lectura y formación de lectores, México, Planeta, 1999, (Col. Ariel), p. 65.
[3] CHAPELA, Luz María, “Hacia una actitud lectora (apuntes para un debate)”, s/l, s/e, 1997, s/p.
[4] MANGUEL, Alberto, “La última página” (fragmento), en Una historia de la lectura, Colombia, Editorial Norma, 1999, p. 20.

2 comentarios:

  1. Realmente encantada con el análisis de la teoría transaccional de la lectura, esto nos permite repensar en el quehacer pedagógico. Hoy en dia los docentes debemos evaluar la apropiación que hace el estudiante con la lectura y no el producto o decodificación de letras o un grupo de letras; sino validar, valorar y respetar lo que han interpretado, al hacerlo estamos haciendo que nuestros estudiantes trasciendan.

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